Estos días caí en la cuenta de que hace 5 años estoy viajando,
y por lo tanto, sintiendo que hay siempre, un lugar a donde ir.
Un próximo-destino inminente que me requiere preparada para la aventura emocional, física, y álmicamente.
Y entonces, corro. Corro de un lado a otro, sintiendo que la vida tiene su lugar únicamente mientras el viaje transcurre y en ese ir y venir, también siento que hay una vida (en la que voy a clases de canto, hago mis terapias, tengo todo el tiempo del mundo para tomarme un mate con las personas que amo, organizo retiros, descubro técnicas de acuarela en mis clases de pintura, escribo mi segundo libro y tengo una ✨rutina✨) que siempre dejo para después.
En unos días tendría que estar tomándome un avión al otro lado del mundo; pero al parecer la vida me quería acá, entrando a un quirófano, ocupándome de mi salud.
¿no es gracioso cómo puedes ocupar un espacio sin estar en contacto con él?
dijo Rupi Kaur en uno de mis poemas favoritos.
Y si, creo Rupi amada, que decirle gracioso es un adjetivo amable.
¿qué tan gracioso es que tengamos tan admitido y normalizado que vivir sea una carrera contrarreloj?
Hacer siempre como mínimo dos cosas a la vez. Ir comiendo el desayuno mientras todavía no lo terminé de preparar. Mandar audios mientras manejo, porque “ahora tengo un rato”. Estar escribiendo mi cuaderno a la mañana y dejarlo a la mitad, porque un pensamiento intrusivo me contó que el trabajo no puede esperar más.
Y ni si quiera me refiero a no tomarme el tiempo para hacer las cosas a mi ritmo, porque admito que soy de las que están pintando un sábado a la noche sóla en su casa, y no porque pinto hacer una selfdate (cita con una misma), sino porque así es como vivo.
Porque esos son mis planes favoritos, porque la profundización es mi esencia.
Porque tengo un flamante marte en tauro, que me salva de no ahogarme entre mis emociones.
Pero mi sensación de apuro, es mucho más honda. Está más abajo. Intuyo que quizás venga desde que era una semilla de amapola en la panza de mi mamá. Y esa sensación, es la que me abruma tan sutilmente que no la descubría hasta hoy.
Es la que me deja en bloqueos creativos, que sólo se deshacen haciendo espacio.
Cuando tuve que tomar la decisión de no ir al viaje (para el que me habia preparado en los aspectos antes mencionados por meses) también algo se movió adentro mío.
Quizás el vacío del duelo, quizás el miedo de la operación (que no es nada grave, pero cuando sos PAS todo es un asunto espiritual!) quizás el tiempo, abriéndose ante mis ojos y trazando una posibilidad que no conocía.
Supe en ese momento que era una buena oportunidad para consumir menos. Desinstalé las redes sociales, y llevo 3 días en un retiro conmigo misma en el que hago mucho de nada, escucho musica, leo, medito, hago ejercicio, habito el incómodo silencio, y escribo. (pero poco, porque evidentemente también necesitaba un poco de espacio adentro)
Tener sólo Substack, me hizo leer bastante acá y wow! estoy sorprendida y agradecida a una mujer que leyó mi libro paracaídas y me mando un mensaje diciendome explicitamente: por favor abrite un Substack!!
En eso, leí un post de una persona que se propuso dejar por completo su celular.
No las redes, el celular! Se propuso dejarlo en casa, salir sin gps, sin la musica de Spotify, y sin sentir que tenía un aparato mata-tiempo vacío en la mano constantemente.
Para su sorpresa, su calidad de vida mejoró increíblemente. Se empezó a sentir más creativo, más presente, más lúcido. MÁS VIVO, que nunca antes. Una sensación que nosotros, ya no conocemos.
Lo pueden creer? no conocemos la presencia, no conocemos el vacío real, no conocemos el aburrimiento!
Dios. Un poco me asusté al leer de alguien en primera persona esa verdad, y que para colmo parece tan imposible de hacer cuando nuestro trabajo, son las redes sociales.
Y entendí tanto lo que estaba sintiendo en estos días al proponerme menos de todo, ir más lento, hacer una cosa a la vez, y estar presente.
Es que, vivimos en un mundo en donde la presencia es algo que tenemos que cultivar, cuidar como oro, y muchas veces recuperar.
Cuando estaba en mis veintis, creía que iba a encontrar la plenitud en los viajes, en las aventuras, en los amores desorbitantes, en las emociones intensas y en las fiestas hasta la mañana del día siguiente.
Hace muchos años dejé esas ideas, y me convertí en la señora de los cuadernos, los viajes y el mat de yoga.
Pero recién ahora, en mis treintas recién comenzando, empiezo a escuchar que la vida me va susurrando bajito sus verdades,
que me cuenta que no es necesario viajar al otro lado del mundo para ser feliz, a veces, sólo basta con aprender a existir con todos los sentidos, en donde sea que estemos,
sin pretender, estar en
algún
otro
lugar.
Espero y deseo que haya ido bien la operación. He leído un par de veces la publicación...me gusta mucho cómo escribes! Tenemos en común que somos PAS 🫂✨ y eso es un don, y a la vez nos convertimos en señoras de los cuadernos 🤭😉 y necesitamos nuestros tiempos a solas para cuidar nuestra energía...y que bueno es tener cita con nosotras mismas!
Estaré deseando leerte más , abrazo fuerte de luz y cariño 🫂💡
Me encanta la idea de un retiro con una misma y qué bueno que te esté funcionando. Espero que salgas muy bien de tu operación.